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Dante y Beatrice
“Tanto
gentile e tanto onesta pare
la
donna mia quand’ella altrui saluta,
ch’ogne
lingua deven tremando muta
e
gli occhi no l’ardiscon di guardare.”
(Muéstrase tan hermosa y recatada
la dama mía si un saludo ofrece
que toda lengua, trémula, enmudece
y los ojos se guardan la mirada.)
Así, Dante Alighieri nos presenta su amada Beatrice en uno de
los sonetos más importantes de su colección Vita
Nuova (hacia 1292-1295). Una mujer tan bella y noble, de alma y porte, que
quienes la encuentran se quedan mudos y miran hacia abajo como si estuvieran
frente a una figura angelical.
El amor entre Dante y Beatrice es bien conocido, pero quizás
no todos saben que en realidad fue solo un amor platónico, y los dos nunca
fueron pareja.
Dante observaba a Beatriz desde lejos, completamente hechizado
por ella y trastornado por un afecto y una pasión tal que inspiraba obras
literarias que han pasado a la historia.
Pero, ¿cómo nació este gran amor? Dante tenía solo nueve años
la primera vez que vio Bice di Folco Portinai (1266-1290), este es el nombre
con el que la tradición identifica a la Beatriz literaria de Dante. Fue un
encuentro fugaz, perdido en la memoria, que resurgió cuando volvió a verla a
los dieciocho años. Parece que el segundo encuentro tuvo lugar cerca de la
Iglesia de Santa Margherita dei Cerchi, hoy llamada Iglesia de Dante,
frecuentada por la familia de Beatrice. Los dos se miraron a los ojos, ella le
dio un saludo y capturó el corazón de Dante para siempre. A partir de ese
momento, Beatrice se convertirá en la musa del gran poeta.
Dante la observó de lejos y nunca se atrevió a declararse por
temor a arruinar la reputación de la chica que se casó con Simone dei Bardi a
los diecinueve años. A pesar de esto, Dante continuó amándola profundamente
incluso después de su muerte, siguiendo los cánones del amor cortés.
En sus poemas describe a la amada, realzando su belleza y
pureza, hasta el punto de colocarla como guía para la entrada del Paraíso en la
Divina Comedia.
Dante y Beatrice representan, por tanto, ese amor puro, que va
más allá del contacto físico y la pasión fugaz, que va más allá, al parecer, de
cualquier razón lógica. Un amor que incluso va más allá de la muerte, que no es
suficiente para que Dante deje de amar a Beatrice y de cantar sus alabanzas en
poesía. Un amor que se convierte en arte.
Mostrasi
sì piacente a chi la mira
che
dà per li occhi una dolcezza al core,
che
‘ntender no la può chi no la prova;
e
par che de la sua labbia si mova
un
spirito soave pien d’amore,
che
va dicendo a l’anima: Sospira.”
(Sigue
su rumbo, de humildad nimbada
y al pasar ella su alabanza crece.
Desde
los cielos descender parece
en
virtud de un milagro presentada.
Tan
amable resulta a quien la mira,
que
por los ojos da un dulzor al seno
que
no comprenderá quien no lo sienta.
Y
hasta parece que su boca alienta
un
hálito agradable, de amor lleno,
que va diciendo al corazón: “¡Suspira!”)
- Tanto
gentile e tanto onesta pare, Vita Nuova